Como ya conté hace dos años, desde que era niño tengo una relación especial con el barrio de San Lorenzo de Las Palmas de Gran Canaria y, especialmente, con la noche del 9 al 10 de agosto, fecha en la que tiene lugar la quema de su volcán de fuegos artificiales, unos de los más famosos y de los que más gente reúne de todos los que se queman en la isla.
A pesar de que la crisis económica obligó a reducir la duración del espectáculo de la media hora habitual a alrededor de 20 minutos, los casi 260 kilos de pólvora que iluminaron la noche de este pago no defraudaron a casi nadie.
Aunque sé que es muy difícil que un vídeo transmita lo impresionante que es este espectáculo –para sentirlo hay que estar allí y si es en una azotea en el centro del pueblo, mejor–, les dejo con unos cuantos minutos de los fuegos de artificio que disfrutamos en la madrugada del pasado martes –ya miércoles–, en un vídeo que me sirvió para probar cómo se comporta la cámara del iPhone 4 en condiciones un tanto extremas.
Si notan que la imagen se mueve más de lo normal o que la acción no está muy centrada, no me lo reprochen. Es que, además de no entrar en plano, la mayor parte del tiempo no miraba hacia la pantalla, sino directamente hacia los fuegos.
Y, a modo de propina, los últimos minutos del tradicional volcán de voladores que, tras los fuegos, envuelve al pueblo y pone punto final a la que, quizás, sea la una de las noches más mágica de todo el verano, con permiso de la de San Juan.
